En la mente de todo niño, grande o pequeño, una zona de juegos incluye, antes que nada, un tobogán, una casita y un balancín.
Durante décadas, estos equipamientos clásicos e imprescindibles han sido el escenario de grandes momentos de juego, intercambio y fantasía. Al columpiarse, deslizarse, inventar nuevos personajes o esconderse, los niños crean recuerdos felices con sus compañeros, a los que a menudo han conocido en ese mismo momento.
Estos distintos equipamientos pueden combinarse fácilmente entre sí o incorporarse como complemento a las estructuras polivalentes.