Jugar con la arena es una fuente inagotable de experiencias sensoriales.
Los niños se divierten e interactúan con un material cuyas propiedades ofrecen numerosas posibilidades de experimentación. Toman consciencia de las nociones de forma, estado, peso o volumen, y aprenden a establecer relaciones de causa-efecto.
Los juegos de arena también invitan a los niños a jugar juntos en la zona de juegos, a compartir y a respetar el juego de los demás.